SINOPSIS:

Preste mucha atención, querido lector.

Hablemos de magia. Específicamente del tercer y último acto de la prestidigitación: el prestigio (del latín praestigium: engaño, truco, artimaña).
Luego de haber desaparecido al conejo, después de haber cortado en tres partes a la asistente, el Prestigio exige que el conejo vuelva; el tercer acto también debe traer de vuelta a la asistente, que deberá estar sana y salva, y sonreír frente al público ahora sí extremadamente fascinado.
Lo que leerá a continuación forma parte —o procura hacerlo— de la literatura y de la magia. Al llegar al final, usted habrá sido testigo de un acto de prestidigitación. ¿Podrá evitarlo? Tal vez. En ciertas oportunidades, uno logra ver las cartas bajo la manga del prestidigitador, los hilos del ilusionista. Sólo que eso ocurre muy pocas veces. Si esa es su intención, deje este libro donde estaba y escoja otro. Está en todo su derecho. Ya estamos grandes para trucos de magia, ya no nos atraen los juegos, mucho menos las mentiras y la pedantería.

¿Está prestando atención, querido lector?
Que comience el acto…

Matilde decide vivir. Cristian Acevedo. Pág.:136. Ed.: Bärenhaus

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Hablemos de magia. Específicamente del tercer y último acto de la prestidigitación: el prestigio (del latín praestigium: engaño, truco, artimaña).
Luego de haber desaparecido al conejo, después de haber cortado en tres partes a la asistente, el Prestigio exige que el conejo vuelva; el tercer acto también debe traer de vuelta a la asistente, que deberá estar sana y salva, y sonreír frente al público ahora sí extremadamente fascinado.
Lo que leerá a continuación forma parte —o procura hacerlo— de la literatura y de la magia. Al llegar al final, usted habrá sido testigo de un acto de prestidigitación. ¿Podrá evitarlo? Tal vez. En ciertas oportunidades, uno logra ver las cartas bajo la manga del prestidigitador, los hilos del ilusionista. Sólo que eso ocurre muy pocas veces. Si esa es su intención, deje este libro donde estaba y escoja otro. Está en todo su derecho. Ya estamos grandes para trucos de magia, ya no nos atraen los juegos, mucho menos las mentiras y la pedantería.

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