Adriana tiró su equipaje por la borda. Vendió su casa en la playa, dio un cierre simbólico a sus obras pasadas y se fue a un lugar austero y helado, iluminado cada tanto por el destello espectral de las auroras boreales. La conquista del hogar es el diario de ese viaje, que tiene el Círculo Polar Artico como destino geográfico, pero que en realidad es hacia adentro. Durante un año y medio en el que fue cuatro veces a las zonas más inhóospitas de Islandia y Noruega, Adriana se enfrentó a la blancura como territorio, destino y posición filosófica, y capturó con su cámara la nervadura que irriga toda materia: el tiempo. Sin otra herramienta que la respiración profunda, el silencio y el diálogo con la imagen —el diario también es una bitácora exquisita del quehacer fotográfico y de la aparición, en Adriana, del lenguaje audiovisual— exploró los hitos y confines de su vida guiada por un u´nico impulso: encontrar la propia huella, que es lo mismo que decir el propio hogar. El nacimiento, la irrupcio´n de la ca´mara y de la posibilidad del registro, la vida precaria, el amor, la desaparición, la culpa, la docencia, los ensayos fotográficos y la pregunta eterna sobre la naturaleza de los vínculos —y sobre el vínculo con la naturaleza— forman parte de una misma pregunta: ¿Qué queda en nosotros cuando lo soltamos todo? Con riesgo y humildad, encaramada a su Leica como un jinete al caballo que le permite llegar más lejos, Adriana busca que la inmensidad le muestre el camino que importa: el que lleva a la disolución del yo y permite entender de qué está hecho nuestro paso por la Tierra, qué lugar se tiene en el concierto de materia que es el universo. Ese ejercicio íntimo —casi arqueológico— deja a la vista una osamenta, una cartografía personal, un rompecabezas ya armado y con espacio para una única y última pieza: la persona desnuda y libre de sus artificios, ocupando el lugar asignado como un recién nacido que vuelve al seno materno. Adriana es una maestra en el sentido más trascendente de la palabra. Este libro es el relato verdadero y universal de su búsqueda. Y es tambie´n una ofrenda. Josefina Licitra

La Conquista del hogar. Adriana Lestido Pág.: 328. Editorial: Odelia Editora

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Adriana tiró su equipaje por la borda. Vendió su casa en la playa, dio un cierre simbólico a sus obras pasadas y se fue a un lugar austero y helado, iluminado cada tanto por el destello espectral de las auroras boreales. La conquista del hogar es el diario de ese viaje, que tiene el Círculo Polar Artico como destino geográfico, pero que en realidad es hacia adentro. Durante un año y medio en el que fue cuatro veces a las zonas más inhóospitas de Islandia y Noruega, Adriana se enfrentó a la blancura como territorio, destino y posición filosófica, y capturó con su cámara la nervadura que irriga toda materia: el tiempo. Sin otra herramienta que la respiración profunda, el silencio y el diálogo con la imagen —el diario también es una bitácora exquisita del quehacer fotográfico y de la aparición, en Adriana, del lenguaje audiovisual— exploró los hitos y confines de su vida guiada por un u´nico impulso: encontrar la propia huella, que es lo mismo que decir el propio hogar. El nacimiento, la irrupcio´n de la ca´mara y de la posibilidad del registro, la vida precaria, el amor, la desaparición, la culpa, la docencia, los ensayos fotográficos y la pregunta eterna sobre la naturaleza de los vínculos —y sobre el vínculo con la naturaleza— forman parte de una misma pregunta: ¿Qué queda en nosotros cuando lo soltamos todo? Con riesgo y humildad, encaramada a su Leica como un jinete al caballo que le permite llegar más lejos, Adriana busca que la inmensidad le muestre el camino que importa: el que lleva a la disolución del yo y permite entender de qué está hecho nuestro paso por la Tierra, qué lugar se tiene en el concierto de materia que es el universo. Ese ejercicio íntimo —casi arqueológico— deja a la vista una osamenta, una cartografía personal, un rompecabezas ya armado y con espacio para una única y última pieza: la persona desnuda y libre de sus artificios, ocupando el lugar asignado como un recién nacido que vuelve al seno materno. Adriana es una maestra en el sentido más trascendente de la palabra. Este libro es el relato verdadero y universal de su búsqueda. Y es tambie´n una ofrenda. Josefina Licitra